Ser amigo de una tejedora novata tiene
mucho pero que mucho peligro porque una, en su afán por hacer
regalos llenos de puntos que se escapan y cariño, experimenta y
aprende precisamente mientras confecciona estos detallitos.
Los amigo especiales, esos que vienen
a cenar a casa y a los que vemos poco pero adoramos son lo que se
llevan la palma.
En mi caso, un antiguo compañero de
trabajo y batallas que hoy en día me regala libros y más libros y
que siempre se acuerda de Jaime y de mí cuando viaja a su tierra,
Argentina y nos trae historias divertidas y algún adorno original para la casa.
Pues bien, este pobre incauto, que
además es muy friolero, pagó la primera novatada cuando los Reyes
Magos le dejaron en casa un gorrito un poco pequeño y una bufanda un
poco ancha, hechas de ganchillo con un merino muy suave y bonito.
El caso es que al final el gorro fue
cediendo y hoy se lo pone mucho. La bufanda, aquí en Sevilla, no
puede salir demasiado a la calle pero aún así, él me dice que le
encanta.
Así pues, no contenta con eso y
dispuesta como estaba a aprender a usar la agujas de doble punta
volví a experimentar con él y le hice unos mitones a juego con el
regalo anterior. Y oye, le han gustado porque quiere que le haga otros de color negro :)
Debo decir que tejer con agujas de
doble punta me ha resultado más fácil de lo que esperaba y muy
divertido y que, ensayando un par de puntos, estaré lista para tejer
manoplas, guantes y más mitones que van a hacer las delicias
(espero) de todo el que ose cruzarse en mi camino con las manos
frías.